CIUDAD DE MÉXICO (apro).- El ejercicio es ya conocido: un despliegue publicitario que presenta la actuación, o quizás la historia real, de una persona agradecida porque una obra o programa de gobierno le cambió la vida; un presidente, Enrique Peña Nieto, coloquial y sin el esmerado aspecto que suele procurársele, acudirá a grabarse al encuentro de los beneficiarios –o presuntos beneficiarios– para recitar luego las cifras macro con las que aquella historia se pretende multiplicada en millones.
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