Peña Nieto, la frivolidad de un sexenio

CIUDAD DE MÉXICO (apro).- Los primeros días de 2012, un mensaje apelaba al estímulo motivacional, era proclama contra el desánimo, admisión implícita de la derrota histórica –en un país de pobres, desaparecidos, muertos y cuerpos humanos desmembrados– que intentaba sobreponerse –importada de la pasión futbolística– a base de mensajes televisivos y en toda publicidad oficial: ¿si se puede o no se puede?

Las respuestas se daban en la imagen del desaliño clasemediero que declaraba: hay pobres pero gran fuerza de trabajo; los estudiantes califican por debajo de otros países pero hay mexicanos premios Nobel; perdemos en penales pero somos campeones olímpicos; construimos una de las ciudades más grandes del mundo sobre el agua. Entonces, decía el actor, “sí se puede”.



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