CIUDAD DE MÉXICO (apro).- Fórmula bien conocida: ante los señalamientos por sus acciones perniciosas, Enrique Peña Nieto suele pronunciar un discurso, prometer reformas legales y pedir un cambio de tema en el debate público. A veces puede ser sutil, otras despliega su talante en un explícito “ya supérenlo”.
La táctica es pedestre, pero efectiva a pesar de lo predecible. Se consigue marcando la agenda periodística y el debate público, al condicionar la publicidad oficial por sumisión; se articula con un trabajo de convencimiento de actores prestos al diálogo que contribuyen, con ingenuidad o perversión, al propósito presidencial de superar las crisis.
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