PERÚ: LOS DESAPARECIDOS, UNA HERIDA ABIERTA

Lima, 18 de septiembre (apro).-Cipriana Huamaní se ha preguntado algunas veces si todo el esfuerzo realizado durante más de tres décadas para buscar a su marido Rigoberto Tenorio, desaparecido en 1984, cuando efectivos de la Marina lo sacaron de un autobús cuando cruzaba un retén en los Andes peruanos, ha valido la pena. Siente que quizás, en vez de empeñarse en averiguar qué pasó con él, debió dedicar más tiempo a sus ocho hijos, la menor de las cuales tenía ocho meses cuando se quedó sin padre.

Después de que interceptaran a Rigoberto –en esa época con 32 años y miembro del Ejército– cuando se dirigía a la ciudad de Ayacucho para presentarse a sus superiores jerárquicos, luego de ganar un puesto como instructor militar, Cipriana comenzó una búsqueda que hasta ahora no ha terminado.



Adquiere una fotografía para ilustrar esta nota aquí