BRUSELAS, (apro).- El gobierno polaco de derecha emula las mismas reformas antidemocráticas que el régimen del primer ministro húngaro Viktor Orban, quien desde que llegó al poder, en 2010, implementó una serie de iniciativas constitucionales que desmontaron los avances democráticos conseguidos por el país tras la caída del comunismo.
Orban –cuyo partido Fidesz-Unión Cívica Húngara ganó las elecciones de aquel año con casi 53% de los votos– instauró en el país mecanismos de poder que las organizaciones nacionales e internacionales de derechos humanos califican de “autoritarios” al haber debilitado los contrapesos a su gobierno, deteriorado profundamente la protección de las libertades individuales y de sus defensores, e incitado y consentido una violenta progresión de los sentimientos xenófobos y antiinmigrantes.
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