CIUDAD DE MÈXICO (apro).- Hay la creencia de que la popularidad es necesariamente signo de buen gobierno. Se piensa y dice en la prensa, en el café, que un gobierno es bueno porque es popular, y así, se acepta sin reparo que puede actuar a su antojo, al margen de todo, incluso para “transformar” constituciones con el fin de prolongar periodos de gobierno con desprecio del voto del pueblo.
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