Propuesta tributaria: acertada en los fines, errada en los medios

El afecto de antiguas amistades y causas nobles está más allá de circunstancias y vaivenes partidistas. Siempre fui afecto al Barzón. En los años en que fui diputado federal participé en algunas de sus asambleas, incluso recuerdo que en sus principios presidí una de ellas, festiva y tumultuosa a la vez, en la Ciudad de México.

En un mitin a las afueras del Senado –en su antigua sede–, muy concurrido, por cierto, me invitaron los dirigentes a decir unas palabras; increpé a los senadores para que tomaran en cuenta las exigencias legítimas del Barzón en defensa de los deudores de la banca. Y esas palabras sencillas pero llenas de convicción, calaron y fueron comentadas críticamente esa misma noche en el entonces noticiario privado más oficialista de la televisión, lo que mucho me honró como representante popular de oposición al prianismo de entonces, hoy reciclado.



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