AMILCINGO, Mor. (apro).- “¡Samir vive!”, grita el profesor Jorge Velázquez al ingresar a la primaria que fundó el activista y que hoy lleva su nombre. Un centenar de niños y niñas, alumnos del plantel escolar, secundan en coro: “¡La lucha sigue!”.
Para ellos es un día especial, no sólo por el aniversario de su escuela, sino porque conocen la historia de Samir Flores Soberanes, profesor “solidario”, quien tras fundar la primaria se encargó del taller de agricultura orgánica.
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