CIUDAD DE MÉXICO (apro).- 1) Nadie ganó ni perdió todo, pero Morena y sus aliados perdieron más. Aunque mantuvieron la mayoría absoluta en la Cámara, que es la que requieren para aprobar el presupuesto (prioritario para el presidente López Obrador), ya no tendrán la mayoría calificada y no podrán modificar la Constitución sin los votos de algunos “conservadores”. Y es que la coalición Va por México no ganó la disputa presupuestal pero aumentó su número de legisladores. Si bien AMLO llegó a las intermedias con más del 50% de aprobación –a pesar de la pandemia– y obtuvo para su movimiento más gubernaturas de las que esperaba –11 de 15, probablemente 12 si dejan de simular y confiesan el apoyo vergonzante a la candidatura del PVEM en San Luis Potosí– y con ellas el control territorial de medio país de cara a 2024 (lo que les dará acceso a más dinero para operación electoral), sufrió una estrepitosa derrota en las alcaldías de su bastión, la capital del país (perdió la mitad).
2) Con todo, la merma a la 4T –el haberse quedado abajo de las dos terceras partes de las diputaciones– es muy significativa. Entre otras cosas, implica que a AMLO le será difícil cumplir algunas de sus amenazas, como la de desaparecer al INE: tendrá que cooptar a un buen número de diputados (priistas, anticipó él mismo con reveladora especificidad en la mañanera del martes pasado, como si quisiera darnos la razón a quienes advertimos que fue un error de los aliancistas opositores incluir en sus filas a un partido “cooptable” con un dirigente encantado de aceptar el “diálogo” con el presidente a la menor provocación). Habrá que ver, pues, si la alianza parlamentaria resiste el embate, pero la alianza electoral, pese a deficiencias, funcionó.
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