CANCUN.- Los fétidos olores que brotan de donde hasta hace unos días había fauna marina y un silencio expectante reciben a uno más de los visitantes que acuden a cerciorarse del “ecocidio” cometido en Malecón Tajamar.
“Yo vengo de Holbox. Tenemos que salvar esto. Si nos salvamos esto. Todo está condenado”, comenta una mujer a un grupo de guardianes de lo que queda de vegetación de este predio de 59 hectáreas, colindante con el sistema laguna Nichupté.
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