TUXTLA GUTIÉRREZ, Chis. (apro).- Siete días después del asesinato del defensor de derechos humanos Sinar Corzo Esquinca, amigos y familiares le rindieron un homenaje y denunciaron que hasta ahora no se sabe quiénes fueron los autores materiales e intelectuales del crimen.
Con velas, flores e imágenes del activista, decenas de personas montaron un altar en la plaza de la catedral de San Cristóbal de Las Casas y en la casa donde vivió Corzo Esquinca, en el centro de Arriaga, donde fue ejecutado.
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