AMILCINGO, Mor. (apro).- Amilcingo se volcó a las calles para darle el último adiós a Samir Flores Soberanes, uno de sus líderes más visibles y quien les enseñó que la construcción de la autonomía comunitaria no era abstracta, sino que tenía que ver con la defensa concreta del territorio y sus recursos naturales.
Su casa, donde vivió con sus esposa, sus hijas, su madre y su padre, además de sus dos hermanos, tiene un terreno que hoy se convirtió en anfiteatro. En la parte trasera de la casa se colocó su cuerpo en un ataúd de madera. Y frente a él, varias hileras de sillas, donde cientos de personas acompañaron a lo largo de toda la noche y durante el día.
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