MÉXICO, DF, 19 de julio (apro).- Dos hechos políticos de signo opuesto han ocupado los titulares de la prensa sobre Rusia: la presencia, desde el 23 de junio, del exfuncionario de la CIA Edward Snowden en la zona de tránsito del aeropuerto de Sheremetievo de Moscú “hasta que el gobierno de Vladimir Putin decida sobre su solicitud de asilo” y la condena a cinco años de prisión, el jueves 18, de Alexey Navalny, el dirigente opositor conocido por sus denuncias de corrupción y candidato a la alcaldía de Moscú.
Ante la inesperada llegada de Snowden, el presidente Putin intenta un delicado equilibrio: no dañar las relaciones con Washington y, al mismo tiempo, no aparecer débil frente a él. Y ello ocurre en el mismo momento en que el Estado ruso condena a Navalny, utilizando conversaciones grabadas por el Servicio Federal de Seguridad (FSB), sucesor de la famosa KGB soviética.
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