México D.F., 29 de julio (apro).- ¡Protesto!, porque a servidor de usted, lector de la presente, le alarma, indigna y encoleriza lo escrito en carta a este buzón firmada por Tito Pleberio, pues le parece una necedad, un simpleza la defensa que hace de la función y significado que da al espectáculo del circo en la Roma clásica, ya que para servidor es una acción terriblemente perversa la de hacer de la tortura y la muerte de unos humanos una diversión, como sucedió una y otra vez en el circo romano.
Y también me pone la carne de gallina que la masa de un pueblo que había perdido la idea y la voluntad… ¿o es que no las tuvo nunca?… de forjar su propia historia, se contentara con satisfacer sus instintos más primitivos y brutalmente sádicos, demostrados por su entusiasta asistencia a la lucha a muerte entre gladiadores… que en muchos caos fue decidida por los gritos de los concurrentes, de los espectadores y sus pulgares hacia abajo… o bien combates entre hombre y fieras, ejecuciones masivas de criminales… y de inocentes, como los primeros cristianos, que inermes se echaban a la bestias salvajes para que los destrozaran vivos, se crucificaron o fueron quemados vivos.
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