“Soy el hombre que desencadenó la guerra”

PARÍS (Proceso).- Alfred Naujocks lo disimulaba, pero la mañana del 5 de agosto de 1939 una sorda inquietud lo invadió cuando Reinhard Heydrich lo recibió con una sonrisa cordial en la amplia oficina de su cuartel general, en la calle Prinz Albert, en el corazón de Berlín. Era la primera vez en cinco años que veía sonreír a su superior.

Alto, rubio, altanero, elegante, extremadamente frío, Heydrich encabezaba el Servicio de Inteligencia (SD) de las implacables Escuadras de Protección (SS) y encarnaba hasta la caricatura el ideal ario. Adolfo Hitler se refería a él como el “hombre de corazón de hierro” y solía confiarle las misiones más siniestras. Junto con Heinrich Himmler, su jefe directo, fue el gran organizador del Holocausto.



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