MÉXICO, DF (apro).- La ola de niños migrantes que desde 2013 huyen de la violencia causada por el narco y pandillas rivales en sus países de origen superó la capacidad de las autoridades de Estados Unidos al grado que relajó sus políticas de protección a menores y colocó a muchos en hogares donde fueron abusados sexualmente, privados de alimentos u obligados a trabajar sin pago.
Miles han arriesgado la vida para llegar a Estados Unidos huyendo del narcotráfico y las guerras entre pandillas particularmente en Honduras, Guatemala y El Salvador.
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