CIUDAD DE MÉXICO (apro).- “Nunca segundas partes fueron buenas”, dijo Miguel de Cervantes, príncipe de los ingenios al hablar de refritos. Y mucho menos cuando las primeras del TLC, anunciando el paraíso, legitimaron, sacralizaron la antinatural desigualdad. Con el T-MEC hoy se anuncia lo mismo; se repite el falso relato ideológico que no admite alternativas. Hablemos primero de historia.
Adquiere una fotografía para ilustrar esta nota aquí