La construcción de la Gigaplanta de Telsa en el municipio de Santa Catarina –con una inversión inicial de 5 mil millones de dólares en un terreno de mil 200 hectáreas– ha provocado un entusiasmo desbordado en los gobiernos federal y estatal, que buscan adjudicarse el mérito. Pero las autoridades no han resuelto el principal desafío que implica llevar adelante el proyecto: el agua. Y es que el agua tratada no alcanzará para satisfacer la demanda de uso industrial y la potable es insuficiente para los miles de trabajadores que laborarán en la planta, amén de que no existe la infraestructura necesaria para llevar el líquido a una zona despoblada.
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