TLAHUELILPAN, Hgo (apro) .- Un hombre mayor arranca la hierba crecida junto a la cruz de mármol clavada en la tierra. Un espiral de abrojos cubre su mano, que muestra unas venas saltadas y envejecidas. Cuando aprieta el puño, esas venas parecen tensarse como si fueran cuerdas, mientras jala la raíz enterrada que se resiste a dejar su morada entre piedra y polvo. Bajo esa tierra cruza un ducto subterráneo, el que explotó el 18 de enero de 2019 en la parcela de San Primitivo, en los límites entre Tlahuelilpan y Tlaxcoapan, Hidalgo, con el saldo letal de 137 muertos.
Sesenta y nueve cuerpos quedaron calcinados en el lugar; los demás fallecieron en hospitales.
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