BRUSELAS (apro).– En los últimos siete años, más o menos desde la mitad del sexenio de Felipe Calderón, creció la frecuencia de los encuentros que activistas mexicanos sostienen con funcionarios de las instituciones de la Unión Europea (UE) para denunciar violaciones a los derechos humanos en el país.
Bruselas, capital de Bélgica y ciudad sede de tales instituciones con las que México sostiene un acuerdo comercial y de diálogo político desde hace 16 años, se ha convertido en un lugar donde muchas víctimas mexicanas y las organizaciones que las apoyan están depositando sus esperanzas de obtener algún día justicia.
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