Beatriz Pereyra
México, D.F., 14 de julio (proceso).- La noche del 5 de diciembre de 2009, el manager José Chepo Reynoso se demoró más tiempo que el acostumbrado en vendarle las manos a Saúl Canelo Álvarez, el incipiente pugilista que se perfilaba para convertirse en ídolo del boxeo nacional. El hombre no terminaba de darle dos vueltas a la venda cuando la puerta del vestidor ya estaba abierta otra vez y por ella cruzaba el entonces alcalde de Tepic, Roberto Sandoval, en lo que fue un inagotable desfile de políticos, amigos y compadres que deseaban saludar o tomarse una foto con el pelirrojo deportista.
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