CIUDAD DE MÉXICO (Proceso).- Viciada de origen en el sexenio de Carlos Salinas de Gortari, una asociación de Pemex Refinación con una empresa privada para producir aceites y lubricantes automotrices pasó de exitoso negocio a entelequia sin utilidades; este argumento se empleó para privatizarla, con más irregularidades que en su original asociación, en 2012.
El acto, favorable a la empresa Impulsora Jalisciense, que fue propiedad de Salvador José Martínez Garza, se concretó a partir de operaciones ventajosas en Pemex, no obstante que la firma del empresario era imposible, pues al momento del convenio que preparó la privatización, él estaba cuadripléjico y por lo tanto, su rúbrica era falsa.
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