CIUDAD DE MÉXICO (apro).- “No tengo ni un pelo de loco, ni un pelo de tonto; lo único que tengo es mucha fe en nosotros”, dice Marco Castellanos, sentado frente a las rejas de la Catedral del Zócalo capitalino, con las manos atadas por una larga cadena plateada, y añade: “Veo muy alejado que Peña Nieto renuncie porque estoy aquí sentado”.
El hombre de 32 años, fabricante de vestidos para niñas, cumplió hoy cuatro días en huelga de hambre. Está convencido de que al pueblo mexicano le hace falta unirse para conseguir la renuncia del presidente y de su gabinete. Afirma que se siente “muy fuerte, como si acabara de venir aquí”.
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