CIUDAD DE MÉXICO (apro).- En la perversión del tapadismo, ese repugnante hábito priista que fascina a los adictos al régimen, hasta Luis Videgaray puede ser el verdadero candidato presidencial, aun cuando haga creer que lo será su cómplice José Antonio Meade.
Pero si él no es el ungido de Enrique Peña Nieto, en el PRI se da por hecho que Videgaray tiene garantizada una posición de poder para prolongar su influencia más allá del actual sexenio: ser senador y, desde luego, coordinador del grupo parlamentario.
Adquiere una fotografía para ilustrar esta nota aquí