Volkswagen: de la vergüenza pública a la preocupación privada

WOLFSBURG (apro). Las mesas del Meyerbeer Coffee están vacías. En el segundo piso del centro comercial City Center de Wolfsburg apenas se ven personas en las tiendas. “¿Te fijas qué poca gente hay? Esto no es normal. Siempre hay mucha más vida y actividad. Quizás sea el frío que ya comenzó, pero yo creo que tiene que ver con el miedo. Yo mismo pienso ya dos veces en si puedo o no comprar algo”, dice Gilberto Sánchez Payán.

Este mexicano oriundo de Tlaxcala sabe de lo que habla. Hasta la estética Arkadius, donde trabaja desde hace años como peluquero, llegan cada día decenas de clientes que laboran para el consorcio Volkswagen. Su propia esposa forma parte de la planta laboral de la empresa.



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