CIUDAD DE MÉXICO (apro).- El gobierno de Enrique Peña Nieto no tenía alternativa: O iba por Javier Duarte a Guatemala o el gobierno de ese país lo deportaba. Los guatemaltecos no estuvieron dispuestos a ser comparsa en un tema en el que no tenían nada que ganar.
A Duarte y a su esposa, Karime Macías, los tenían ubicados desde que entraron al país vecino. Sólo esperaban que el gobierno mexicano fuera por ellos.
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