Enrique Krauze
CIUDAD DE MÉXICO (proceso).- “No sé cómo despedirme de Julio Scherer”, escribí al rubricar un brevísimo texto para Proceso, horas después de enterarme de su muerte. La esperábamos hacía meses, años tal vez, así de doloroso había sido su vía crucis. Pero la noticia me golpeó. Sentí que todo aquello que compone el tejido de una amistad –anécdotas, consejos, reconvenciones, imágenes, voces, risas, ademanes, caminatas– se me agolpaba y no quería referirlo. Era el tiempo del duelo. Ahora es tiempo de recordar.
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