CIUDAD DE MÉXICO (proceso).- Al lanzador mexicano Sergio Romo le tocó abrir el juego de aquel viernes de primavera, privilegio reservado para el mejor pítcher de la rotación de los Leones de la Universidad del Norte de Alabama. La temporada 2004 estaba expirando. Romo subió a la loma consciente de que necesitaba siete ponches para empatar el récord de todos los tiempos de la escuela.
Cuando cayó el segundo out de la cuarta entrada, el anunciador del estadio avisó que el mexicano ya había empatado la marca. Con el siguiente ponche, Romo tendría un lugar en la historia. En todos los juegos que había iniciado aquella campaña no había lanzado menos de siete entradas. Durante unos instantes, el pítcher de 21 años fantaseó con la idea de seguir ponchando y elevar el listón a alturas difíciles de alcanzar.
Adquiere una fotografía para ilustrar esta nota aquí