SANTIAGO PINOTEPA NACIONAL, Oax., 31 de marzo (proceso).- El miedo impregna todo. El nerviosismo por el temblor no ha pasado. A cada deslizamiento de tierra la gente palidece y se encomienda a Dios, aunque en esta ocasión los cerca de 40 mil damnificados de Oaxaca no hayan merecido ni un solo mensaje de aliento del Papa Benedicto XVI en su reciente visita a México.
Su miseria nuevamente fue expuesta por un desastre natural. Las casas de vara y lodo o de adobe y teja, su único patrimonio, fueron dañadas o derruidas el 20 de marzo por el sismo de 7.4 grados en la escala de Richter.
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