CIUDAD DE MÉXICO (apro).- A finales de 2012, y de manera destacada a partir del 1 de diciembre de aquel año, la protesta social enfrentó la mano dura de los gobiernos federal y de diferentes entidades federativas. El regreso del PRI a la Presidencia de la República inauguró un período de oscuridad que se ha radicalizado en todos el país y que en la Ciudad de México encontró en el gobierno de Miguel Ángel Mancera a un eficiente subordinado.
Añeja fórmula, el vandalismo tolerado, protegido y con múltiples indicios de ser inducido como parte de un plan perverso, manchó el ejercicio de las libertades de manifestación y expresión, configurando en los grupos que expresaban su inconformidad ante políticas públicas o actos del poder, un enemigo público.
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