CIUDAD DE MÉXICO (apro).- Escribo desde la comodidad de mi hogar, con la familia al lado, con limitaciones en los ingresos, pero hasta este día, con todas las necesidades básicas cubiertas y sin carencias insalvables, aunque tampoco exento de riesgos. Trato de estar al tanto de informaciones verificadas, me doy el tiempo de escuchar los mensajes del gobierno y algunos análisis al respecto, trato de mantener buen humor y entereza.
Más que preocuparme por la posibilidad de algún contagio, mis pensamientos más estresantes los detonan temas económicos. No creo ser materialista, es más bien una cuestión de fe. Ante todo ello, no me cabe la menor duda, gozo de privilegios que una inmensa parte no tiene al alcance. Me apeno, me pongo triste, luego me recupero al percatarme que mucho trabajo me ha costado estar en paz. Sea como fuere, lo que ocupa mi mente es, en esencia, lo injusto de nuestra actual situación.
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