MÉXICO, D.F., 2 de marzo (proceso).- A Elba Esther Gordillo el poder del Estado la encumbró, le permitió rebasar los límites de la legalidad, dar rienda suelta a su egolatría, recurrir a las trampas para aplastar adversarios y comprar conciencias con el dinero de los maestros. Ese mismo poder es el que hoy la manda al infierno y le arrebata la fuerza política que da el magisterio, sector que el PRI quiere y necesita.
“Yo llegué al sindicato por una decisión del Estado mexicano… en esa necesidad… el Ejecutivo cuenta”, dijo Elba Esther Gordillo ante reporteros de Proceso en agosto de 2003.
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