CIUDAD DE MÉXICO (proceso).- La mañana del jueves 31 de diciembre de 2020, en la zona de Triage de Covid-19 de la Clínica 8 del IMSS, Silvia, de 29 años, esperaba junto a otras cinco personas una cama de hospitalización. Llevaba menos de 85% de oxigenación, con alto nivel de glucosa por su diabetes tipo 2, y su placa pulmonar marcaba 40% de daño por neumonía. Cuando un joven médico la revisó, le dijo: “Tú estás joven, tú sí la libras, depende mucho de que estés boca abajo… pero aquí no hay camas y te tienes que ir a tu casa”.
Esa noche perdió el conocimiento. Silvia, como pide que se le llame para resguardar su identidad, no recuerda lo que pasó en los siguientes siete días. Su esposo Juan cuenta que el glucómetro llegó a marcar 599 miligramos por decilitro –el puntaje máximo del dispositivo– cuando el nivel normal de una persona es de 140. No comía ni tomaba líquidos. Nada.
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