Nunca seré juez constitucional

CIUDAD DE MÉXICO (apro).- Porque si lo fuera, lo primero que debería hacer es dejar de escribir en Proceso. Solamente tendría tiempo para alistar la argumentación toral de los proyectos de sentencia que me asignaran, de estudiar los proyectos de las demás ponencias y de recibir en audiencias públicas a todas las partes de los juicios al mismo tiempo.

No es que tuviera que renunciar por diecisiete años a lo que más me apasiona, ser abogado de causas de derechos humanos; ni que tuviera que renunciar a las redes sociales para que la popularidad en ellas no me distraiga ni nuble mi criterio; es que a lo mejor no entiendo bien lo que implica ser un “buen” juez constitucional.



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