CIUDAD DE MÉXICO (Proceso).- A muchos indignó la caracterización que hizo el presidente López Obrador de la clase media en la Ciudad de México, quizá porque varios nos identificamos con ella. Aunque se refirió en términos despectivos a ese estamento social, no debemos ofendernos por su atinada definición, máxime cuando él mismo, su esposa e hijos pertenecen a esa clase social (por lo que se auto descalifica), además de a otra clase, la política, esa sí muy desacreditada.
Cuando AMLO dijo que la clase media era “difícil de convencer”, en realidad fue un halago porque la clasificó como pensante y reflexiva; no se deja engatusar por mensajes electorales que en realidad fueron dirigidos a las bases partidistas duras que no necesitan ser convencidas sino reafirmadas. Lo anterior evidencia una mala estrategia discursiva y el abandono, precisamente, de las expectativas clasemedieras que, como vimos en los pasados comicios, es capaz de cambiar el rumbo “lógico” de una elección. Platón ya decía que el Estado es una imagen agrandada del individuo.
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