CIUDAD DE MÉXICO (apro).-La tragedia shakespeariana Hamlet vuelve a los escenarios en una versión contemporánea encabezada por Irene Azuela interpretando el papel de Hamlet. El trastocamiento de género parece interesante, como ya lo había sido en el montaje de la Compañía Nacional de Teatro hace tres años, protagonizada por Julieta Egurrola; pero la decepción salta a la vista porque no es lo mismo volver mujer al personaje masculino de la tragedia, a realmente abordar la obra de Hamlet con una perspectiva de género.
La versión de Angélica Rogel, que dirige en el Teatro Milán, deja la visión misógina del texto original, y vemos al rey Claudio (Mauricio García Lozano), el traidor y hermano del rey asesinado, padre de Hamlet, como el poderoso. La reina, interpretada por Ema Dib, se mantiene al margen, colocada en el brazo del sillón, acompañando a su marido y manteniéndose silenciada en gran parte de la obra. Si bien Shakespeare le otorga ese poder al nuevo rey por la conformación de la herencia patrilineal, una versión contemporánea realmente la pondría en acción. No la dejaría desmayada simplemente cuando se entera de la verdad del plan de su nuevo esposo, por ejemplo, sino que afrontaría la circunstancia y se convertiría en una mujer que reacciona, se mueve y se convierte en un personaje más protagónico al original.
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