Fue el único militar invicto del país (y con Morelos “el más importante”), verdadero fundador del Estado moderno, impulsor de sólidas instituciones que aún existen (como la Secretaría de Educación Pública), pero los mexicanos no se identifican con él como con Zapata y Villa… De ahí parte el historiador Felipe Ávila para intentar explicarse, en su recién aparecida biografía, la entraña del sonorense, quien por otra parte se fue volviendo un hombre “muy cruel y sanguinario”, asesino junto con Calles de su amigo el general Francisco R. Serrano en Huitzilac hace 95 años. En entrevista, dice que la transición a la democracia no se da porque ese Estado corporativo no representa aún los intereses de los trabajadores.