“¡NO!”

MEXICO, DF, 5 de octubre (apro).- “El Hombre no parece tener peor enemigo que su propio semejante. Ningún vertebrado, ni siquiera el más feroz de los carniceros, suele matar a sus congéneres. Con dos excepciones, la rata y el hombre. ¿Significa esto que el hombre no ha pasado del nivel de la rata?”, eso lo escribió Dan Berhman redactor científico de la Unesco, por los setenta del pasado siglo. El autor de la presente está de acuerdo con tal opinión; aunque debe aclarar que D. Behrman no tuvo en cuenta otro hecho parecido: el que también nos a las hormigas, cuya compleja conducta tiene un notable paralelo con las criaturas humanas, sobre todo las que forman grandes hormigueros, las cuales se distinguen por un alto nivel de esfuerzo cooperativo que realizan y a que llegan a tener incluso formas rudimentarias de agricultura y pastoreo, con sus huertos de hongos y sus rebaños de pulgones, aunque hay que admitir que eso lo han hecho sobre la base francamente autoritaria, determinando la contribución de cada individuo al bienestar común desde que este nace, con lo que el hormiguero es una sociedad de castas, de clases – reina, machos y obreras, lo que hace que en cierta medida, el hormiguero sea un precedente de posteriores sociedades humanas. Pero no únicamente hay paralelismo entre los humanos y la hormigas, también hay otros más con ciertas clases de ellas. Algunas de las mismas realizan pillajes de alimentos o pulgones en la tribus vecinas; otras asaltan los nidos de su propia o diferentes especies, llevando prisioneras al suyo, donde las obligan a trabajar, como esclavas; otras más, suelen realizar expediciones para raptar larvas y ninfas de otras hormigas, de la que algunas son devoradas; a las que sobreviven las trasladan al su hormiguero, donde las cuidan para que se desarrollen con el fin de convertirlas en esclavas.

 



Adquiere una fotografía para ilustrar esta nota aquí