“Puente de espías”: Entre la justicia, la legalidad y el deber ser

CINE. MÉXICO, D.F., (apro).-  En los años 60, el gobierno de Estados Unidos capturó a un espía ruso llamado Rudolf Abel. Por cuestiones legales, el susodicho no podía ir derechito a la silla eléctrica, sino a juicio, y por lo mismo era necesario que tuviera un abogado defensor. Claro, sólo por mero trámite, porque la evidencia en su contra era abrumadora.

El gobierno se lo consiguió, no un penalista como debía haberlo hecho, sino uno de seguros (Jame B Donovan)… por no dejar.  El resultado fue totalmente incómodo pero, a la larga, provechoso ya que la historia se convirtió en un hermoso acto de derechos humanos, que Spielberg plasmó de manera magistral en una cinta que nos hace sentir que con determinación todo es posible. Y que en medio de lo peor, hay esperanza.



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