“Aclarando postura”

MEXICO, DF (apro).- Confundidos vivientes: servidor escribe la presente en un aniversario más de su muerte, ocurrida el 14 de enero de 1753. ¿Motivo?, el expresarles mi disconformidad por el desarrollo e interpretación de mi filosofía, la del yo, en esos sus días.

Como no ignoran, y por si lo han olvidado servidor se los recuerda. De inicio, tenemos que en mis días sobre la Tierra reinaba entre los filósofos el llamado empirismo, corriente del pensar que sostenía que la fuente del conocer y del saber está en la materia y es producto de la observación y la experiencia y por las cuales es posible llegar a la realidad de la individualidad de las cosas, y que incluso la conciencia, el espíritu y el alma tienen su origen en la materia. A servidor, dicha corriente del pensar que, perdonen la repetición, afirma la materialidad del mundo y de que todo, incluso el pensar, la conciencia, el alma tienen su origen, se deben y se pueden explicar por la materia, inquietaban en grado sumo, por lo cual, convencido de que tal filosofía promovía todos los argumentos impíos del ateísmo y de la negación de la religión y convencido, repito, de que el materialismo ha sido siempre y sigue siendo el gran amigo de los ateos y de que todos sus monstruosos sistemas necesariamente dependen de él, convencido igualmente de que apartada esa piedra angular todo el edificio se derrumbaría, es por lo que, para poner a salvo de los errores del materialismo al orden metafísico y moral, escogí un medio muy seguro para librarme del mismo: el de negar la existencia de la materia, afirmando, asegurando que no existía un cuerpo corpóreo, material, que lo que nos parece tal es pura ilusión, que sólo existen espíritus donde hay esas representaciones, a las cuales atribuimos sin fundamento existencias de objetos reales.



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