El precio del silencio 

CIUDAD DE MÉXICO (proceso).- El gobierno de Enrique Peña Nieto fue el gran beneficiario de la pasada visita a México del Papa Francisco, pues logró que el pontífice no se reuniera con grupos de familiares de desaparecidos, entre ellos los padres de los 43 normalistas y que omitiera ese espinoso tema de todos sus discursos, en los cuales no mencionó las palabras “desaparecidos” ni mucho menos “Ayotzinapa”.

Limitado por acuerdos previos entre la Secretaría de Estado del Vaticano y la Cancillería mexicana, Jorge Bergoglio tuvo que asumir durante su visita su condición de jefe de Estado, lo cual le impidió involucrarse en los candentes asuntos internos de México; por ello no recibió en audiencia a las víctimas de la violencia, quienes le hicieron esa petición desde meses antes de su viaje.



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