CIUDAD DE MÉXICO (proceso).- En la antigua parroquia de Santa María de la Corte, del pueblo de Castellazzo Bormida, una discreta ceremonia fúnebre se realizó el 30 de mayo para despedir al exnuncio apostólico Jerónimo Prigione, muerto tres días antes, a los 94 años, en una residencia para ancianos de esa comarca piamontesa.
En torno al reluciente ataúd de madera –adornado con una blanca mitra episcopal–, un solemne grupo de clérigos y diplomáticos despidió a quien fue uno de los principales artífices del restablecimiento de relaciones diplomáticas entre México y la Santa Sede, pero también un duro represor que mantuvo sometida durante dos décadas a la jerarquía católica mexicana.
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